Son las 6 de la mañana, Geremy mira
la alarma con recelo; necesita dormir. Han pasado más de dos días en los
que conciliar el sueño era prácticamente imposible. Pero hoy, hoy es el gran
día.
-¡Geremy! –toca su madre a la puerta.
Es la hora, piensa él. Inmediatamente sabe que un golpe a la
puerta es todo cuanto necesita para que Geremy se levante. Mira hacia su
maleta; le espera un largo viaje.
Pasan unas horas y dan las 10, se encuentra viajando en un
autobús un tanto incómodo, está cansado, y decide aprovechar para dormir.
Miles de luces de diferentes
colores destellan en sus ojos, son luces con innumerables textos en su
interior; burbujas llenas de información que nunca puede llegar a descifrar. Aquella voz que susurra la misma canción una y otra vez.
Se levanta ante el gran estruendo que causa el freno del
autobús.
Está cansado de tantos sueños extraños, de nunca poder saber
qué significan.
Su llegada a aquel campamento fue un tanto extraña, desde el momento en que bajó del autobús no paraba de percibir aquella sensación que le provocaba ese repetible sueño. Un ligero choque le despertó de aquellos pensamientos, a su lado, una chica pequeña, de unos 13 años, pelirroja con tantas pecas como estrellas en el universo, le miraba con unos ojos intimidantes.
Aquella mirada, ya la había visto antes pero no lograba recordar dónde y en qué momento. La pequeña, confusa, dijo tímidamente:
-Hola, ¿cómo te llamas?
-Geremy ¿Y tú?
-Clara. -le tiende la mano amablemente.
En el momento en que su mano roza la suya, nota un frío que le eriza la piel. En aquel momento, la reconoció. Era la chica de sus sueños. La chica de esos incansables sueños en los que nunca podía adivinar con certeza de que se trataban.
Los días fueron pasando, el campamento no estaba nada mal, y compartía muchos momentos increíbles con su nueva amiga, hasta que una noche...
-¿No puedes dormir? -dijo Geremy al ver los ojos de búho de Clara a las 3 de la mañana.
-No. -contesta tímida. -los sueños vuelven a repetirse.
-¿Los sueños? -Geremy está intrigado y nervioso.
Los dos se sientan al borde de la cama.
-Cuando yo tenía cinco años -hace una breve pausa- mi abuelo murió y como recuerdo me dejó un pequeño colgante que dentro tenía un escrito. Para ese entonces, yo era muy pequeña. Un día, nos fuimos de pícnic al campo donde se me perdió. Desde entonces, todas las noches que duermo cerca de algún lugar relacionado con la naturaleza, tengo pesadillas; veo el colgante en un lugar oscuro, lleno de piedras y árboles, pero nunca encuentro su ubicación, en el momento que un hombre de pelo canoso, con el cuál nunca he tratado, me va a decir el lugar exacto del colgante, por alguna razón que desconozco me despierto. Su cara es aterradora Geremy, parece como si quisiera arrebatarme algo.
Geremy no podía creer lo que estaba pasando, el tenía unos sueños muy parecidos, una chica le hablaba para ayudarle a descrifrar el mensaje oculto de las pequeñas burbujas, pero de repente, se despierta.
Geremy la mira muy atento, asombrado por la conexión que tiene con esta niña, y que ahora más que nunca entiende el por qué.
Los días fueron pasando, el campamento no estaba nada mal, y compartía muchos momentos increíbles con su nueva amiga, hasta que una noche...
-¿No puedes dormir? -dijo Geremy al ver los ojos de búho de Clara a las 3 de la mañana.
-No. -contesta tímida. -los sueños vuelven a repetirse.
-¿Los sueños? -Geremy está intrigado y nervioso.
Los dos se sientan al borde de la cama.
-Cuando yo tenía cinco años -hace una breve pausa- mi abuelo murió y como recuerdo me dejó un pequeño colgante que dentro tenía un escrito. Para ese entonces, yo era muy pequeña. Un día, nos fuimos de pícnic al campo donde se me perdió. Desde entonces, todas las noches que duermo cerca de algún lugar relacionado con la naturaleza, tengo pesadillas; veo el colgante en un lugar oscuro, lleno de piedras y árboles, pero nunca encuentro su ubicación, en el momento que un hombre de pelo canoso, con el cuál nunca he tratado, me va a decir el lugar exacto del colgante, por alguna razón que desconozco me despierto. Su cara es aterradora Geremy, parece como si quisiera arrebatarme algo.
Geremy no podía creer lo que estaba pasando, el tenía unos sueños muy parecidos, una chica le hablaba para ayudarle a descrifrar el mensaje oculto de las pequeñas burbujas, pero de repente, se despierta.
Geremy la mira muy atento, asombrado por la conexión que tiene con esta niña, y que ahora más que nunca entiende el por qué.
-Tenemos
que encontrar ese colgante. –dice Geremy
después de un largo silencio.
-¿Cómo?
Ni si quiera sé el lugar exacto donde lo perdí.
Pero,
en un instante, y sin saber como, Geremy sabía que el colgante estaba en el campamento.
¿Por qué no intentarlo? Algo en su interior le decía que lo buscaran, que sería
una gran aventura y que seguramente Clara podría volver a dormir sin
pesadillas.
Al
día siguiente, Geremy se despertó con más energía que nunca, a pesar de sus
continuos sueños, estaba tan acostumbrado que para el no dormir no le causaba
ningún problema. Cogió algunos instrumentos que podrían servirle y fue a la
cabaña de Clara para comenzar una nueva investigación.
-Geremy,
van a preguntar por nosotros y no vamos a estar, se van a preocupar.
A
pesar de sus palabras, y de su intento de buena fe, Geremy se encontraba
tranquilo, sabía que por lo menos hoy, nadie echaría en falta a estos dos
pequeños aventureros.
Durante la caminata, a el chico le van llegando pequeñas intuiciones sobre hacia donde ir. En efecto, al cabo
de unas tres horas, se encuentran en un lugar muy parecido al del sueño de
Clara. Se trataba de una
gran cueva encontrada a sus espaldas. Esta está un poco oscura a pesar de la gran luz que el día desprendía.
-Por favor Geremy, tengo miedo, no entremos ahí.
gran cueva encontrada a sus espaldas. Esta está un poco oscura a pesar de la gran luz que el día desprendía.
-Por favor Geremy, tengo miedo, no entremos ahí.
Pero
Geremy no cede, se limita a encender su pequeña linterna y a coger a Clara de la mano.
Pasadas
unas horas, van teniendo hambre, y no encuentran nada. Geremy decide coger de
su mochila un poco de comida que preparó antes de salir.
Ya
casi es de noche, no pueden volver o sería muy peligroso, la cueva está oscura,
están en un bosque, y los impulsos del chico han desaparecido.
Están
un poco asustados, pero, inmediatamente se quedan dormidos ante el cansancio
que les provoca la caminata de todo el día.
Ya lo ve cerca, lo tiene
casi en sus manos, el colgante que tantos años ha estado buscando, falta poco
para que lo roce. Pero en aquel momento, la mano vieja y destruida de un hombre
aterrador vuelve a aparecer.
Clara
se despierta llorando. Ya es de día y Geremy se encuentra en la boca de la cueva
mientras le espera para marchar un nuevo día.
-Vaya,
tenemos que cruzar un río Clara, pisa por donde vaya yo.
Geremy
va poco a poco, cauteloso, por encima de unas piedras que no parecen ser muy
estables, en ese momento, se resbala y se golpea la cabeza, con la tan mala suerte
de quedarse inconsciente por un momento.
¡POP! Una de las burbujas
se ha roto, en su interior, contiene un mensaje…
“Allá por una senda, cruzando
el río hallarás una pequeña pista, para tu colgante encontrar”
Pasados
unos minutos, solo puede recordar que al fin, una de las burbujas que siempre
ha estado esperando descifrar, le ha revelado un mensaje importante. Ahora,
Geremy y Clara se van encontrando cada vez más cerca de su ansiado colgante.
-¿¡Estás
bien?! –pregunta Clara aterrada.
-Si.
–Geremy se levanta, está mojado, se sacude intentando secarse sin ningún éxito y continúan su camino.
Pasan
las incesantes noches, y Clara cada vez puede dormir mejor, la cara del
horrible hombre de sus pesadillas ya no es tan horrible, y el colgante siempre
está apunto de tocar su mano.
Llegan
al lugar de la pista, en efecto, es precioso, un pequeño río recubierto de
hermosas flores y un gran árbol que da una sombra muy acogedora.
Se
cobijan bajo el, tumbándo todo su cansado cuerpo y se quedan callados por un
minuto.
-Tenemos
que esperar a la siguiente pista.
El
viento solpla muy fuerte, las hojas de los árboles caen, y una hoja en
particular se posa sobre el regazo de Clara.
-¡Es
otra pista! –exclama Geremy.
“Un
gran campo, flores violetas duerme en el valle de alrededor, en tu precioso
sueño una canción despejará el colgante en tu interior”
-¡Corre
Clara corre! Casi lo tenemos.
Geremy
coge su mochila y observa tres direcciones, a su izquierda, sus impulsos se
desvanecen. A su derecha, nada que le atraiga más allá que el bello paisaje, el camino que divide los otros dos, le desprende buena sensación.
-¡Por aquí! -dice Geremy señalando el camino.
Tras una media hora de intensa caminata, cansados se tumban en el precioso prado verde rodeado de flores violetas.
A Geremy, le llama la atención una sola flor, más grande que las demás, se acerca y la huele, Clara y él se quedan profundamente dormidos en el mismo instante en que perciben su olor.
Uno más de todos aquellos incansables sueños, parece que le desvela el lugar, la preciosa flor emite una melodía.
Ya no queda nada, Geremy y Clara se acercan a una pequeña cueva, a Clara le brillan los ojos, alarga su mano hacia aquel intrigante objeto. Su esperado colgante.
Desde ese momento, los chicos volvieron al campamento, Clara dejó de tener pesadillas y a Geremy no le molestaban las burbujas de siempre, aquellos textos, habían sido descifrados, y Clara y Geremy, no volvieron a verse jamás.
Cierro el libro y lo coloco sobre la mesilla de noche, intentando dormirme y soñar con los personajes de mi cuento favorito. Geremy y Clara.